Todo comenzó como el sueño de una chica francesa llamada Anne Laure Romeuf que notó la falta de panaderías con degustación de productos franceses en Zaragoza así que lucho por sus objetivos hasta conseguirlo. Desde entonces, nos hemos dedicado a ofrecer productos de excelente calidad, respetando los tiempos de fermentación de nuestras masas, llevamos 17 años mejorando y luchando por conservar la tradición artesana.
Pero no solo nos enorgullece la calidad de nuestros productos, sino también nuestro equipo humano. Cada miembro del equipo pone todo su cariño y dedicación en el trabajo para que los zaragozanos sientan el amor que ponemos en cada producto que elaboramos a mano día a día, después de tantos años nos hemos convertido en una pequeña familia.